PERSONA de Ingmar Berman, inspirada en le película del mismo nombre

La obra cuenta la historia de Elisabet Vogler, una actriz consagrada que de manera repentina decide dejar de hablar mientras representa el papel de Electra en la tragedia de Sófocles. En la versión de Ingmar Bergman, como en la de Gutemberg Brito, no queda claro el motivo por el cuál la actriz ha elegido el mutismo. Sin embargo, sabemos que no se trata de una enfermedad. Para transitar por su silencio voluntario, Vogler se retira a una casa de playa en compañía de Alma, su enfermera personal. A partir de la convivencia diaria, donde la comunicación verbal es unilateral, las relaciones emocionales entre las dos mujeres fluctúan entre la asistencia altruista, la hostilidad y la tensión sexual.

La propuesta de Brito plantea explorar, en el contexto de ese retiro voluntario, la reacción de Elisabet a la llegada de una carta donde le informan que su esposo ha muerto, la consecuente desestabilización que sufre y el mecanismo de evasión por medio del sueño donde encuentra refugio. Una textura onírica recorre el montaje, en el que se desdibujan las fronteras entre la amistad, la fraternidad y el deseo.

El director propone dos dramaturgias: la de las imágenes escénicas y la música en vivo, configurando una tercera dramaturgia en la recepción del espectador. Todas las piezas musicales son originales, compuestas especialmente para este montaje y son interpretadas por un trío de cuerdas (violín, chelo y viola), dos cantantes de ópera (una soprano y un contratenor) y un percusionista.

Gutemberg Brito inició su proyecto de investigación sobre Bergman cuando cursó la maestría en dirección escénica en el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. Una de las líneas que analizó, durante su formación, fue el erotismo dentro de la escena teatral. Trabajó en laboratorio con la colaboración de cincuenta actores y actrices mexicanos. Esto le valió una mención honorifica por el proceso que dio como resultado este espectáculo interdisciplinario. Para el montaje se revisaron obras: Historia de la sexualidad, de Michel Foucault, El erotismo e Historia del ojo, de Georges Bataille, y Tres ensayos sobre sexualidad infantil, de Sigmund Freud. El estilo de Gutemberg sostiene su dramaturgia en imágenes escénicas más que en un texto dramático. “No quieras entender todo por el texto” afirma Brito, “date la oportunidad de disfrutar del momento a través de los sentidos”, concluye.